El Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid revindica la Terapia Familiar como una actividad profesional propia del Trabajo Social

El Trabajo Social ha estado en los orígenes de la Terapia Familiar, ha desarrollado una actividad tanto teórica como práctica propia y debe seguir haciéndolo desde el compromiso con la profesión y la ciudadanía del desarrollo de competencias profesionales especializadas.

Desde el Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid queremos poner de manifiesto nuestro posicionamiento, como colectivo profesional, ante las noticias surgidas en distintos foros y planteadas ante nuestra organización por la colegiatura, sobre nuestras competencias profesionales en el ejercicio de la terapia familiar.
Ante el debate sobre el acceso de profesionales del Trabajo Social a la formación especializada y a la acreditación en terapia familiar realizada por diversas entidades privadas o sociedades científicas queremos señalar que, por nuestra historia y nuestro desarrollo formativo y competencial somos una de las profesiones con mayor presencia e implicación en el ejercicio de la Terapia Familiar, desde sus inicios.

En este sentido, cabe destacar, que desde los orígenes de la Terapia Familiar la presencia del Trabajo Social y la aportación de nuestra profesión en su desarrollo y consolidación ha sido constante. Somos una profesión pionera en el abordaje del trabajo con las familias. Los primeros equipos multiprofesionales que iniciaron la terapia familiar vinieron conformados por trabajadoras sociales, psiquiatras y médicos. Sustentadas por la Teoría General de Sistemas las trabajadoras sociales, como parte de estos equipos, fueron pioneras en las experiencias terapéuticas con pacientes diagnosticados de esquizofrenia y sus familias. Estas trabajadoras sociales como terapeutas familiares a través de sus intervenciones pioneras y novedosas traspasaron las barreras institucionales y contactaron directamente con las familias en su hábitat natural e interviniendo con la complejidad de las redes relacionales. En este proceso aportaron nuevas técnicas y métodos que enriquecieron y nutrieron la Terapia Familiar.

De manera posterior grandes figuras del Trabajo Social han seguido contribuyendo notablemente, tanto al desarrollo como a la consolidación de la Terapia familiar. Son parte fundamental de la historia de ésta. Cabe señalar refiriéndonos solo a algunos ejemplos: la terapia narrativa desarrollada por Michael White, Virginia Satir que en una de las más importantes Escuelas en Terapia Familiar, la de Palo Alto, introdujo la importancia de la línea sistémica en el diagnóstico y comprensión de las dificultades familiares desde el punto de vista relacional, las valiosísimas aportaciones de Lynn Hoffman, Betty Carter y Monica McGoldrick en los Estados Unidos, John Burnhan, Gill Gorell Barnes y Barry Mason en Inglaterra, e Imelda McCarthy, Phil Kearney y Jum Sheehan en Irlanda. No podemos dejar de señalar aquí a nuestras compañeras colegiadas con su enorme contribución tanto en la praxis de la terapia familiar como en el desarrollo de su teoría como Alfonsa Rodríguez, Concha Vicente, José Luis Gastañaga, etc…TODOS ellos y TODAS ellas son TRABAJADORAS SOCIALES.

Existe además un extenso reconocimiento de la importante aportación del trabajo social a la terapia familiar desde otras disciplinas. Por poner solo un ejemplo, los psiquiatras Rosselot y Carrasco (2009) establecen que: “las primeras conceptualizaciones del funcionamiento familiar surgen del aporte de trabajadores sociales, quienes desde los comienzos de su disciplina se han preocupado de la familia como la unidad social en que focalizan sus intervenciones. intentaban aliviar el sufrimiento emocional de las familias”.

Desde nuestra profesión sabemos de la importancia de lo contextual, lo estructural, que genera malestar en las personas y por ende síntomas. Tal y como indicaban White, Epston (1991) se rechaza una realidad objetiva, postulando a una construcción social de los relatos que componen la trama de la vida y de cómo ésta influencia a las personas de acuerdo al sistema social en el cual están insertas, se vuelve casi indispensable la compresión de lo social. Ante la visión sesgada de una sociedad con rasgos prevalentes de individualización y patologización de los problemas el Trabajo Social aporta a la terapia familiar otra visión, más integral, holística y en relación con el contexto. Una visión del espacio terapéutico multidisciplinar e integral y no restringida al tratamiento clínico de patologías individuales. Es precisamente ahí, en la necesidad de dar cuenta de esos aspectos, que la formación previa de los y las trabajadores/as sociales coincide sobremanera con lo que ha sido la esencia de la terapia familiar sistémica.

Por otra parte, el Trabajo Social Familiar, ha sido fundamental en nuestra profesión y constituye la forma más antigua de hacer trabajo social. Ya Mary Richmond destacaba como fundamental la importancia de la familia en cualquier forma de actuación social. A lo largo de nuestra historia como profesión la intervención en la unidad familiar ha sido y es uno de nuestros objetos más importantes. No podemos dejar de nombrar a trabajadoras sociales y terapeutas familiares como Alfonsa Rodríguez que habla de “una habitación propia del trabajo social “desde la que mira a otras disciplinas y actividades profesionales sin perder de vista nuestra competencia profesional y que nos sirve de aprendizaje y de marco”. No debemos olvidar, que dentro de los modelos teóricos que sustentan la intervención de las trabajadoras sociales, el marco teórico de referencia predominante en nuestra profesión es el modelo sistémico.
Dentro de nuestra formación nos especializamos para llevar a cabo intervenciones y procesos terapéuticos qué llevamos a cabo en la intervención profesional y que requieren constante formación y supervisión. Las trabajadoras sociales, como otras profesiones, que se especializan en el ámbito de la terapia familiar parten de su formación en ciencias sociales de Grado, pero buscando ese espacio de especialización que les permite ejercer y acreditarse como terapeutas familiares. De aquí la importancia de la especialización en los estudios de terapia familiar y que desde la Asociación Madrileña de Terapia Familiar y otras sociedades profesionales y/o científicas ofrecen a través de distintas escuelas y grupos.

Desde nuestro Colegio Profesional queremos explicitar de manera clara que las trabajadoras sociales se forman, deben formarse y pueden formarse en terapia familiar para desarrollar el espacio de intervención terapéutico de nuestra profesión. Los Colegios profesionales tienen entre sus competencias propias la formación, la acreditación de competencias profesionales y el desarrollo de ámbitos de especialización con el fin último de la supervisión de la buena praxis en el ejercicio profesional. La colaboración con asociaciones profesionales y sociedades científicas es un elemento clave en este objetivo, por lo que deseamos que las acciones que se puedan tomar en relación a ámbitos de intervención que afectan directamente a las trabajadoras sociales puedan ser consensuados en espacios de trabajo conjunto.

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Colegio Oficial de Trabajo Social de Madrid