“No lo llames igualdad: llámalo feminismo” 8 principios para un trabajo social feminista


El feminismo es necesario para lograr una sociedad más justa. Usar el término «igualdad» no es suficiente para abordar las estructuras y prácticas sistémicas que perpetúan la desigualdad de género. Es necesario implementar un enfoque más activo y consciente para desafiar y transformar estas estructuras, es decir; un enfoque feminista Las mujeres utilizamos más los servicios sociales que los hombres debido a nuestra mayor participación en la atención y cuidado de las niñas/os, personas mayores y familiares enfermos. Además, las mujeres también podemos enfrentar mayores desafíos económicos y sociales que los hombres, incluida: la brecha salarial, la discriminación en el lugar de trabajo y la violencia de género.

El Trabajo Social es una profesión feminizada, debido a una combinación de factores sociales, culturales y económicos, como: estereotipos de género, discriminación laboral, estructuras económicas, y factores de desarrollo histórico de la profesión.

Estos son los 8 principios de la trabajadora social feminista:

  • Conciencia antipatriarcal: comprensión profunda de cómo la estructura patriarcal afecta a las personas y a la sociedad en general.
  • Interseccionalidad: conciencia de cómo las diferentes formas de opresión, como la etnia, la clase, la orientación sexual, la identidad de género, la salud, la edad, las capacidades diferentes, etc., interactúan y contribuyen a la discriminación de las mujeres.
  • Empatía: capacidad de ponerse en el lugar de las personas y comprender sus experiencias y perspectivas.
  • Comunicación efectiva: capacidad de comunicarse de manera clara, respetuosa y efectiva con las personas y comunidades con las que trabajamos.
  • Habilidades de liderazgo: liderar y defender los derechos humanos y la igualdad de género.
  • Compromiso con la justicia social: compromiso con la lucha por una sociedad más justa y equitativa para todas las personas.
  • Habilidades de resolución de conflictos: capacidad de abordar y resolver conflictos de manera fectiva y justa.
  • Apertura a nuevas ideas y enfoques y disponibilidad para aprender y crecer constantemente: Permite una práctica más inclusiva y efectiva, así como una mejor comprensión de las experiencias y necesidades de las personas y comunidades.

En resumen, una trabajadora social feminista, un trabajador social feminista debe ser una profesional comprometida, empática, con habilidades de comunicación y liderazgo, y con una comprensión profunda de la igualdad de género y la justicia social.